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lunes, 5 de abril de 2010

MONTES DE LA PEÑA (INTENTO FRUSTRADO A PEÑALBA DE LERDANO)

El lunes de Pascua es tradición subir al Serantes en mi pueblo; este año se anuncia un tiempo extraordinario así que lo más normal es que mi querido Serantes esté totalmente masificado, así que me planteo una actividad diferente, alejado de la muchedumbre. No. No es que sea un insociable, pero la verdad, Cornites no acaba de convencerme.

Este año me he propuesto conocer la zona norte de Burgos (bueno, algo ya empecé el año pasado con el macizo de Castro Valnera), así que recojo al Txaku y nos dirigimos a Villasana de Mena. Vamos a intentar el monte más alto de esta sugerente sierra, y además no por el camino normal, sino por un portillo (paso) algo más complicado.

Los montes de la Peña es una sierra que discurre de este a oeste, continuación lógica de sierra Salvada, a cuya configuración me recuerda enormemente. Está separadas por la sierra de Angulo, la cual discurre de norte a sur, y está separada de la Peña por el puerto de Angulo. La configuración como digo, es similar a la Salvada, con unas laderas con fuerte pendiente que acaban en una murulla rocosa infranqueable, a no ser por los portillos que permiten acceder a la zona superior, que cae más suavemente hacia la vertiente sur (en este caso el valle de Losa en Burgos). Esta sierra separa el valle de Mena (valle cantábrico) del valle de Losa (meditarraneo), siendo por lo tanto divisoria de aguas, y hasta cierto punto de climas.

La subida normal a Peñalba de Lerdano se realiza desde Siones o Vigo, buscando el claro portillo que hay a la derecha de la montaña según se mira; no lo conozco, pero por las reseñas de internet, debe ser muy sencillo. Ahora bien, nosotros vamos a intentarlo por el portillo de Avellaneda, a la izquierda según se mira desde el valle de Mena.

Para iniciar la ruta subimos a Anzo, pequeño pueblo encaramado en la sierra, si bien tampoco tampoco se gana tanta altura comparándolo con Villasana. Se parte del pueblo, y de aquí parte una senda hacia la derecha, que nos llevará en primer lugar a una especie de cortafuegos, y luego, por un camino amplio de zetas, nos ascenderá a media ladera.

El camino va entre un precioso bosque; toda esta zona me recuerda a Sierra Salvada, y lo continuará haciendo a lo largo del día, si bien es cierto que me ha parecido bastante más salvaje que la Salvada.

El camino se acaba de forma abrupta; ahora sólo queda subir, tirar todo para arriba, sin tregua ni descanso. Es difícil dar referencias, ya que el camino no está marcado, pero al salir del bosque nos debemos encontrar casi de frente con una cueva en la base de la pared rocosa.

A partir de aquí una laboriosa travesía por la ladera, con un fortísimo desnivel. Tampoco hay camino, ni marcas ni referencias: la única, una especie de corte en la impresionante pared que tenemos sobre nosotros y que parece absolutamente infranqueable.

Finalmente llegamos al corte, en realidad son dos hachazos en la montaña, separados por un promontorio. Según la reseña que he leido en internet para preparar esta travesía, hay que coger el de la izquierda. Pero visto desde donde estoy, parece muchísimo más vertical que el de la derecha, así que me voy a por este.

El terreno está muy resbaladizo y poco a poco se encajona en una canal, hasta llegar a un punto en el que casi no entro. Aquí un tramo vertical, sin roca, tierra, y además mojada; lo tanteo, pero nada de nada, no tengo como agarrarme y no me convence ni lo más mínimo.

Para abajo, donde me espera Andrés, y pruebo por la izquierda. El terreno es más empinado, pero enseguida encuentro un paso, estrecho, algo expuesto, pero fácil. A medida que se sube aumenta la exposición, y no hay roca donde agarrarte (ni buena ni mala), tan sólo los manojos de hierba que a mi particularmente no me gustan nada, y además todo el terreno mojado.

Por fin, con mucho cuidado llegamos a un murete de piedra. Parece sencillo, pero al acercarme me doy cuenta de que no hay agarres, la roca está muy pulida, y las botas sumamente resbaladizas por el terreno por el que hemos venido. El paso tiene un clavo para asegurar, pero está suelto (totalmente suelto). Sigo buscando agarres, y aunque me da la impresión de que forzando lo podemos superar, decido no arriesgar nada y volvernos. Mi compañero está de acuerdo.

Nuevamente, un intento frustrado sobre otra montaña, pero que le vamos a hacer; en esta ocasión intenté por una ruta que no era la normal buscando emociones algo más fuertes, y no nos permitió coronar. No obstante quedé contento con la primera salida seria del año, y con la intención de volver a esta bonita sierra cuento antes.

Aquí pongo algunas fotos de esta jornada:

Amanece sobre los montes de la Peña





Impresionantes murallones



Anzo desde las alturas



Complicado flanqueo



¿A que recuerdan estas configuraciones?



En el portillo de Avellaneda









Al fondo asoma Castro Valnera, aun con bastente nieve



El valle de Mena desde las alturas



El valle, ya desde abajo


Queda pendiente volver a esta montaña para intentar conquistarla: eso sí, no sé si lo volveré a intentar por el portillo de Avellaneda, la verdad me pareció difícil, aunque quizás fuese el terreno tan resbaladizo que nos encontramos. Para la próxima seguramente vaya por el portillo de Lerdano, por donde creo que es bastante más sencillo. Epero resarcirme pronto con alguna cima.

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